Close

El valor de la valoración empresarial en pequeñas empresas

Aunque el concepto de valoración corporativa lleva existiendo más de un siglo, todavía a mucha gente le cuesta comprenderlo. Queremos informarle en este momento de que en realidad es sorprendentemente sencillo. El valor comercial se genera cuando una compañía crece y las ganancias que obtiene a partir de su capital superan el coste de este. ¡Y eso es todo!

¿Cuánto vale su negocio?

En el pasado, las valoraciones de empresas eran conocidas por su alto coste y complejidad. Normalmente debía recurrirse a asesores financieros para que estos revisaran la contabilidad y analizaran los números. A grandes rasgos, existen tres áreas principales sobre las que puede basar su valoración corporativa: activos, valor de mercado y valor fundamental. La valoración basada en activos no es aplicable a todo tipo de empresas y el valor de mercado solo funciona realmente cuando hay un número suficiente de compañías similares con las que comparar la suya. En lo que concierne los enfoques centrados en el valor fundamental, el método más habitual es el modelo de flujos de caja descontados (DCF, por sus siglas en inglés). Sin embargo, el descuento de los futuros rendimientos residuales brinda una estrategia más moderna de valoración corporativa. Esta última se basa en la disponibilidad de información contable, que para muchos resulta más estable y accesible que los marcadores de flujo de caja. Averiguando el valor actual de su negocio podrá realizar el seguimiento de su modificación de un año a otro, planificar la revalorización de su empresa e influir sobre las actuaciones adecuadas.

¿Cuál es la clave? ¡La objetividad!

Si algo nos ha enseñado la historia es que desatender el concepto básico de la valoración corporativa puede tener repercusiones catastróficas. Tanto la burbuja de internet como la más reciente recesión de 2008 pueden achacarse a una deficiente tasación de las compañías. También engrosa la lista de desastres el colapso financiero de los 90 en Japón, como consecuencia esencialmente de valoraciones empresariales inapropiadas. Hemos de evitar que la historia vuelva a repetirse. Una importante falla que contribuyó a estas crisis fue la ausencia de una valoración objetiva. Tratar de valorar tu propia empresa es como preguntarle a un hincha irreductible acerca de su equipo: en ambos casos resultará difícil tomar distancia y considerar la situación con objetividad.

Las acciones de hoy, el valor de mañana

Recuerde que el valor comercial se genera cuando el rendimiento del capital supera el coste del mismo. Sería comparable, en esencia, a un chequeo médico de su compañía. Le vendrá bien disponer de una valoración corporativa actualizada independientemente de que tenga previsto incrementar el número de accionistas, diseñar estrategias de expansión o adquirir la parte de otros socios. En la mayoría de los casos, la gente no piensa en las valoraciones corporativas hasta que no necesita una. Dichas situaciones pueden resultar ya de por sí bastante estresantes, por lo que no es necesario soportar la presión añadida de la incertidumbre. Realizando ahora la valoración de su empresa le será más fácil determinar, realizar el seguimiento y comparar su valor futuro.

Lo bueno de las valoraciones corporativas reside en el hecho de que nada es inamovible. Si no le gusta los números que ve, puede cambiarlos (!). Registre y supervise indicadores clave, capacite al equipo de dirección y elabore un plan de acción para alcanzar su valor objetivo. Una valoración corporativa le permitirá apreciar claramente las áreas que precisan de particular atención. Estableciendo sus objetivos y fijándose una meta tiene ganada la mitad de la batalla.
¡Determine su valor futuro conociendo su valor actual!