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Valoración de empresas

Valoración de empresas en empresas de nueva creación

Dónde empezar y a quién escuchar

Hemos hablado mucho sobre la importancia de valorar su compañía. Conociendo su valor actual podrá determinar su valor futuro. Ahora bien, la mayoría de los modelos de valoración se fundamentan en cifras históricas sobre ingresos y datos concretos, lo cual es bastante difícil de conseguir con una start-up. Con las empresas maduras, las valoraciones se efectúan habitualmente consultando el beneficio antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones (lo que se conoce por EBITDA, su acrónimo inglés). Sin embargo, las empresas emergentes suelen hallarse en un estadio bastante inestable en lo que a sus ingresos concierne. Entonces ¿cómo hacer para tasar una start-up?

Una rápida recapitulación de los principios básicos

Hay unos cuantos factores a considerar a la hora de valorar una empresa de reciente creación. Algunos de ellos pueden aupar la evaluación, como el equilibrio de la oferta y la demanda, la eficacia de los canales de distribución y una buena reputación del fundador. Por otro lado, entre los factores susceptibles de echarla hacia abajo son los márgenes estrechos, una reñida competencia y un equipo de dirección inexperto. Los modelos de valoración previos a los ingresos son de gran importancia con las empresas emergentes, puesto que la mayoría de ellas no registran ingresos en sus inicios, y mucho menos ganancias. Muy a menudo, la valoración entrará en escena cuando sus dueños aspiran a atraer capital a través de una inversión. Debe tenerse en cuenta que, por lo general, los propietarios ambicionarán una tasación de su compañía lo más elevada posible, mientras que los inversores buscarán la más baja al objeto de maximizar su retorno de la inversión (ROI, en inglés).

Examine la empresa gestionada

En realidad, el marco de valoración más habitual es la combinación de diversos modelos para la obtención de un promedio razonable. Dichos modelos se basan en predicciones contrastadas, puesto que las empresas emergentes no pueden recurrir a cifras históricas. El primer modelo de utilidad es el método de transacciones comparables. Averigüe cuánto valen compañías similares de su sector y su región.

Eche un vistazo al futuro

Un segundo modelo de valoración habitual con las empresas emergentes es el método Berkus, concebido por el padrino inversor Dave Berkus. Empiece preguntándose si cree que su empresa puede alcanzar unos ingresos de 20 millones de USD en su quinto año de operación. Si su respuesta es afirmativa, ha de comenzar a examinar los factores siguientes: adecuación de la idea, prototipo, gestión de calidad, relaciones estratégicas y lanzamiento de producto. Este modelo muestra claramente cómo basar la valoración de las empresas emergentes sobre el pronóstico de su desarrollo futuro.

Haga un seguimiento de su marcador

El modelo de valoración por puntuación ofrece un enfoque más elaborado en la tasación de starts-up. Determine un valor inicial para su compañía y ajústelo posteriormente de acuerdo con 12 factores de riesgo, entre los que se incluyen la etapa de las operaciones, el riesgo de fabricación, el riesgo tecnológico y la eventual salida lucrativa. Los factores aludidos se modifican y ponderan en función de su impacto sobre el éxito global de su corporación.

Una valoración brinda siempre un punto de partida apropiado para la captación de capital. Le ayuda a examinar con objetividad la empresa, permitiéndole basar sus argumentos en números. En resumen: Una valoración nunca es inamovible. Siempre podrá influir sobre ella, en particular si se trata de una empresa en ciernes.

Company valuation

La importancia de las valoraciones de empresas en pequeñas empresas

Conozca su valor hoy. Decida su valor en el día de mañana

Entre los empresarios es común la falsa idea de que solo te hace falta saber el valor de tu compañía cuando te dispones a vender. Hágase las preguntas siguientes: ¿Es propietario de parte o de todo el negocio? ¿Tiene la intención de jubilarse algún día? ¿Tiene previsto expandirse? Si ha respondido afirmativamente a alguna de estos cuestionamientos, sin duda le va a venir bien conocer el valor de su compañía.

Sin embargo, en muchos casos, los dueños de las empresas comprenden demasiado tarde la importancia de tasar sus negocios, algo que es particularmente habitual entre las pymes. La idea de que las valoraciones son complejas, caras y prolijas es una de las razones por las que los propietarios de las compañías tienden a postergar la realización de valoraciones. Pero, si se pone con ello demasiado tarde, tendrá pocas o ninguna opción de aumentar el valor de su empresa antes de llegar a un momento decisivo, es decir, antes de, por ejemplo, la búsqueda de inversores, la incorporación de un nuevo socio o la venta de la sociedad.

¿Dónde se encuentra ahora y hacia dónde se dirige?

Una valoración corporativa no solo le proporciona una idea bastante acertada de cómo le van las cosas en este momento, sino también acerca de la dirección emprendida. Conocer las áreas que precisan de mejora para poder aumentar el valor es un elemento con frecuencia olvidado pero de extrema relevancia en las evaluaciones empresariales. Dado que muchos de los propietarios efectúan esta valoración en el momento preciso en que lo necesitan, cuentan con poco o ningún margen para impulsar realmente los resultados. Una valoración de su empresa puede evidenciar las áreas susceptibles de mejora y, por lo tanto, servir como base para decisiones estratégicas destinadas al desarrollo y progreso de sus operaciones.

Manos a la obra

Tradicionalmente, las valoraciones suelen realizarse con ocasión de la venta y/o compra de una compañía. Sin embargo, hay otros escenarios que demandan una valoración. Dejando a un lado temas personales como los divorcios o las jubilaciones, nos quedan todavía varias situaciones corporativas donde las valoraciones resultan esenciales. Si su empresa es lo suficientemente grande, cotizar en bolsa puede ser una opción. En ese caso, la determinación de un precio que el mercado considere justo y aceptable es de suma importancia. Si necesita declarar el impuesto sobre bienes inmuebles, o de donaciones, una evaluación corporativa le brindará el valor de su propiedad y establecerá el importe de futuros pagos.

¿Quiere un buen precio… o un precio fabuloso?

Una valoración de su empresa puede marcar la diferencia entre un buen precio y otro fabuloso. Puede ayudarle asimismo a determinar el valor mínimo y/o máximo en una situación de negociación. Dándose tiempo suficiente para mejorar los resultados de su valoración podrá modificar de forma sustancial el precio en un proceso de venta. Hay que mencionar también que una valoración empresarial es ciertamente un instrumento estupendo en una negociación, pero no sustituye a esta. En el mejor de los casos, podrá tasar cada año su negocio para un seguimiento continuado de la evolución del valor de su corporación, lo que le permitirá advertir los efectos de sus iniciativas generadoras de valor. Si realmente valora su negocio, entonces debe conocer el valor de su negocio.

Valor empresarial a largo plazo en pequeñas empresas

¿En beneficio del mercado o de la sociedad? ¿O de ambos?

Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la economía actual está empeñada en la obtención de objetivos a corto plazo. A este fenómeno se le conoce como cortoplacismo. El cortoplacismo suele girar en torno al parámetro de beneficio por acción (BPA). Uno de los motivos que explica dicho fenómeno en el hecho de que la mayoría de los accionistas de nuestros días no son individuos, sino instituciones. Aunque estos últimos siguen presentes, no están organizados y mantienen por lo general una actitud pasiva. En su lugar, el control y el poder de influencia reside casi íntegramente en los fondos de pensiones, de cobertura y mutuales. La participación de un grupo diverso de actores financieros implica por lo general una competencia sana y, por lo tanto, supone, normalmente, una fortaleza dentro de un mercado de capitales. Ahora bien, cuando la pregunta más frecuente que plantean los directivos es si una adquisición diluirá el BPA en los primeros años, entonces tenemos un problema.

Rendimiento contra medidas a corto plazo

Concentrando siempre sus esfuerzos en el BPA a corto plazo, muchas empresas pierden la oportunidad de crear valor. Se ha demostrado que el gasto discrecional en áreas como marketing, I+D y capital humano se reduce en pos de los objetivos financieros a corto plazo. Los gerentes tienden a menudo a ofrecer descuentos para impulsar las ventas de este trimestre más que del siguiente. Como el poder lo detentan en su mayor parte los distintos administradores de los fondos, la meta en última instancia será la obtención de ganancias a corto plazo. Con ello en el punto de mira, es improbable que estos inversores se interesen por el desarrollo de las políticas de la compañía o en abordar los problemas que plantean los riesgos ambientales y sociales. Sin embargo, este enfoque, a la postre, redunda en detrimento de todas las partes interesadas. El resultado es una situación que desalienta a las empresas en lo que respecta al desarrollo de productos y políticas sostenibles en beneficio de la sociedad.

Lo «sencillo» no siempre funciona

La revista McKinsey Quarterly ha afirmado que no existen pruebas empíricas que vinculen el aumento del BPA al valor creado por una transacción. De manera que, aun siendo numerosos los expertos, banqueros e inversores que coinciden en afirmar que los resultados del BPA a corto plazo no son importantes en lo que al valor respecta, ello sigue siendo un baremo común a la hora de evaluar una compañía. ¿Por qué? La respuesta parece ser «porque es sencillo». Todo el mundo entiende el concepto BPA, lo que simplifica los intentos de demostrar sus bondades en la reunión de la junta directiva y en los distintos informes. La presión en pro de los réditos a corto plazo parece surgir en especial cuando la empresa se halla en una fase de mayor madurez y, preferentemente, si crece a base de adquisiciones. Los inversores siempre están a la caza de empresas de crecimiento rápido, que es donde se produce el choque.

Superar el círculo vicioso

¿Qué se puede hacer entonces de este círculo vicioso? Entre los factores determinantes sugeridos están los incentivos de mercado y la transparencia. Un posible incentivo de mercado sería fomentar un capital más paciente y a largo plazo a través de una tributación que disuada de una excesiva negociación de títulos o la introducción de un período mínimo de tenencia de estos. A nivel interno, las juntas directivas deben alentar a los gerentes a una toma de decisiones inteligente buscando el equilibrio entre los beneficios a corto plazo y la creación de valor a la larga. Ello no significa que el cortoplacismo no sea eficaz en ocasiones y que las iniciativas generadoras de valor no requieran a veces de mucho tiempo. No han sido creados iguales y no siempre deben contraponerse. El equilibrio entre ambos propiciará una corporación más saneada y estable. En última instancia, las empresas deben servir a la sociedad para poder crear valor. Los accionistas saldrán beneficiados con esta mentalidad, aunque tal vez no de un modo inmediato. La solución consiste en valorar el valor a largo plazo.

Estrategias de creación de valor a largo plazo en pequeñas empresas

En qué modo puede prevenir una valoración correcta la próxima crisis financiera

«Cortoplacismo» es un término empleado para describir un patrón de comportamiento centrado excesivamente en los resultados a corto plazo a expensas de los intereses y de la generación de valor a largo plazo. La historia nos ofrece varios ejemplos de lo que ocurre si buscas únicamente resultados a corto plazo. En 2008, cuando la fe en el mercado y en el continuo aumento de los precios de la vivienda era inagotable, los bancos prestaban dinero a la gente con unas condiciones tentadoras. Existía el convencimiento de que el mercado inmobiliario no pararía de revalorizarse. Por eso, las entidades bancarias pensaban que sus préstamos eran seguros. No obstante, al vincular una deuda de alto riesgo con valores a largo plazo y vender estos a inversores que, a su vez, compraban con dinero prestado, se creó un riesgo a largo plazo para el prestamista original: el propio banco. Cuando los compradores de las viviendas empezaron a fallar en sus pagos, el mercado inmobiliario estadounidense se vino abajo. Los préstamos perdieron todo su valor al caer el precio de la vivienda por debajo del valor hipotecado. ¿Se da cuenta de las repercusiones que tuvo aquí la ausencia de una valoración precisa?

La historia se repite…

Sin embargo, la historia tiene la costumbre de repetirse. Debería haberse aprendido esta lección de cortoplacismo a finales de los 90, o incluso a comienzos del nuevo milenio. La llamada burbuja de las «punto.com» fue también un resultado de dicho fenómeno. Bancos e inversores se olvidaron del esencial principio de creación de valor. Un parámetro fundamental dejado de lado fue el del rendimiento del capital invertido (ROIC, por sus siglas en inglés) y los factores que lo determinan. Con el ROIC se pretende dilucidar las ganancias de una empresa por causa del capital invertido en sus operaciones principales. Las grandes inversiones en compañías basadas en internet en la segunda mitad de la década de los noventa generaron la sensación de que «el ganador se lleva todo el pastel», haciendo que los inversores emprendieran acciones cada vez más arriesgadas y especulativas. Tal era el deseo de estos de participar en todas las nuevas empresas tecnológicas de rápido crecimiento que su análisis previo era escaso o nulo, brillando también por su ausencia las valoraciones ajustadas. Finalmente se evidenció que dichas compañías web no solo no poseían esa sensacional ventaja competitiva que el mercado les atribuía, sino que se debatían por lograr un modesto ROIC. El resultado fue la burbuja tecnológica.

… y vuelve a repetirse

Otros ejemplos del completo fracaso del cortoplacismo en todo un mercado lo brindan la crisis de la deuda del oriente asiático a mediados de la década de los noventa y la catástrofe del ahorro y el crédito en Estados Unidos en los ochenta, en ambos casos como resultado de inversiones de alto riesgo destinadas a la obtención de beneficios a corto plazo. Como la historia ha demostrado en reiteradas ocasiones, el cortoplacismo puede tener un efecto destructivo para un mercado. Cuando el énfasis en los resultados rápidos se interpone en el camino de las actuaciones generadoras de valor a largo plazo, se rompe el equilibrio. Las consecuencias pueden acabar minando la credibilidad del mercado, lo que resultará en menos inversiones y, en el peor de los casos, en otro colapso financiero.

La visión a largo plazo, una carta segura

Los expertos difieren acerca de las causas del cortoplacismo. Algunos lo atribuyen a la naturaleza humana en busca de gratificación instantánea, mientras que otros ven su origen en la codicia. Independientemente del motivo, la mayoría de los analistas coinciden en que el cortoplacismo es irracional y costoso para la economía. Las reglas de la economía siempre van a prevalecer, lo que significa que una valoración sólida y precisa evitará que quede demasiado atrapado en las tendencias de mercado y en el pensamiento imperante en ese momento. Las estrategias de creación de valor a largo plazo beneficiarán a la postre tanto a su empresa como al mercado en su conjunto. Necesita generar efectivo y ganancias para crear valor. Comenzar por el crecimiento en la esperanza de generar efectivo y ganancias es mucho más arriesgado que a la inversa. Debe centrar sus esfuerzos sobre el largo plazo de una forma creíble.

Cómo aumentar el valor de negocio de su pequeña empresa

Haga que su compañía destaque

Existen infinidad de modelos de valoración, ofreciendo la mayoría de ellos distintas ventajas y desventajas para una tasación acertada y fiable de su empresa. No obstante, todos tiene algo en común: crecimiento y rentabilidad son los factores clave para generar valor. Independientemente de que el modelo de valoración se centre de forma directa o indirecta en el crecimiento y la rentabilidad como factores clave, estos siempre desempeñan un papel fundamental en el proceso de tasación. ¿Por qué? Cuando su empresa rinde de manera continuada rendimientos superiores a lo exigido por sus inversores está generando un valor muy por encima de lo que figura en su balance financiero. Entonces, ¿cómo incrementar en la práctica el valor de su empresa? Esta es una cuestión importante, que esperamos responder aquí.

Una valiosa lista

In 2017, smallbiztrends.com publicó un artículo que detalla 10 cosas que hacen que su negocio posea más valor que la competencia. Dos de los puntos son de cajón: previsibilidad y singularidad. Aquí está la lista con el resto de sus hallazgos:

  1. Ingresos recurrentes
  2. Un producto o servicio único difícil de replicar
  3. Crecimiento, en particular por encima de la media del sector
  4. Prestigio: empresas tradicionales que adquieren otras más jóvenes y modernas
  5. Ubicación
  6. Diversidad
  7. Previsibilidad
  8. Contabilidad irreprochable
  9. Un segundo al mando dedicado a actividades de posventa
  10. Clientes satisfechos

Seguimiento de sus resultados

Todos estos principios son esenciales y, aunque algunos de ellos puedan solaparse, merecen ser mencionados. Otra interesante observación es que están estrechamente relacionados con el crecimiento y la rentabilidad. Como ya hemos mencionado, cuanto más tiempo tenga para preparar su valoración, mayor será el control que ejerza sobre los resultados. Esa es una buena razón para llevar a cabo una valoración de carácter anual destinada a medir su avance. Observe cómo se incrementan sus índices de conversión, se reducen sus costes y aumenta su productividad. Por consiguiente, para poder comprobar el progreso de sus resultados, necesita tomar decisiones estratégicas. Aunque en esta lista se refieren estrategias de gran eficacia, tiene la posibilidad de adoptar otras medidas con el fin de impulsar el valor de su empresa. Entre las sugerencias destacan la escalabilidad, la previsión financiera y una sólida ventaja competitiva. El mantenimiento de personal clave en la compañía supone igualmente una estrategia adecuada, puesto que aporta estabilidad y unos conocimientos inestimables.

Entender una valoración

Desde un punto de vista puramente valorativo, los temas más importantes son los ingresos recurrentes, la previsibilidad, la impecabilidad de las cuentas y el crecimiento. El resto de actividades mencionadas en esta lista contribuirán a generar esos vectores clave. La lista le permite comprender las actuaciones que nuestro modelo de valoración toma en consideración para acentuar el crecimiento y la rentabilidad. Como es lógico, un potencial comprador estará dispuesto a pagar más si aprecia que las ganancias aumentan, puesto que ello vaticina un futuro más estable. Asegúrese de amoldar sus acciones a sus objetivos de creación de valor, de asignar la tarea a la persona mejor preparada para ella y de contar siempre con un plan B. Estas listas le ayudarán a construir una compañía más robusta y valiosa. Los elementos principales para incrementar el valor son: 1) rendimiento por encima del coste del capital; 2) superación de las expectativas implícitas en su valoración anterior; 3) crecer únicamente si su rendimiento supera el coste del capital; es decir, concéntrese primero en la rentabilidad y luego en el crecimiento. ¡Gánese el derecho a crecer! Con valoraciones continuadas podrá llevar a cabo el seguimiento de sus resultados.

Valuaciones de negocios en pequeñas empresas antes de una venta
¿Mundos distintos… o más parecidos de lo que creemos?

En las anteriores entradas del blog ha quedado evidenciado que puede elegir entre un montón de estrategias y modelos a la hora de evaluar su empresa. Unos tenderán a echar la vista al pasado, otros hacia el futuro, otros tirarán hacia abajo sus números y otros harán que pinten bien. A veces, incluso demasiado bien. Adornar sus cifras en exceso puede resultar peligroso, en particular si está negociando la venta de su compañía.

Compararse con otros y quedar atrapado

Gran parte de la discusión sobre la presentación de números favorecedores gira en torno al uso de una valoración de referencia. El empleo de un modelo de valoración comparativa puede variar sustancialmente de un año a otro. Dicho modelo se centra en la búsqueda de un promedio aplicable al sector mediante la comparación mutua entre empresas y el posterior uso de la media a fin de determinar el valor relativo. Si una industria concreta ha experimentado un año caracterizado por circunstancias excepcionales, la valoración relativa errará el tiro. Si luego se aplica un índice precio/ganancias o un múltiple del beneficio antes de intereses e impuestos (en inglés, EBIT), sin ajuste alguno, no podrá evitarse que este cociente rinda a su sociedad un valor superior. Es fácil quedar atrapado en el afán de imponer tendencias positivas en tiempos de desinversiones. Como es natural, el comprador desea encontrarse con una empresa fundamentalmente saneada. Estos factores impulsarán el valor de venta, lo que beneficia al vendedor. Pero ¿tiene un precio el embellecimiento de sus cifras?

El coste de los números bonitos

Primero que todo, aderezar sus números puede tener consecuencias legales. Si sus indicadores anuales anteriores se han visto aupados por un fuerte repunte de ingresos o gastos, ello podría afectar a la precisión de la valoración. Aparte de acciones legales, es susceptible de provocar discusiones sectoriales y una desconfianza generalizada.

En segundo lugar, todos conocemos la lógica contable: los números tienen que salir. Ingresos y gastos deben corresponderse con el flujo de caja a largo plazo. Las eventuales divergencias han de deberse a devengos y a los ajustes realizados para equilibrar los ingresos obtenidos, o bien a los posibles gastos incurridos pero aún no consignados. Estos efectos se producen en distintos momentos y, a la larga, acabarán compensando los números. Atendiendo a lo anterior, las ganancias hinchadas de hoy inevitablemente traerán consigo réditos disminuidos mañana. Además, muchas adquisiciones incluyen cláusulas en sus contratos, pudiendo vincular pagos adicionales a rendimientos futuros. Si los números se inflan demasiado, y, por tanto, prometen más de lo que son capaces de cumplir, puede acabar siendo un mal negocio para el vendedor.

Por otra parte, la tercera razón para abstenerse de retocar demasiado sus cifras es que, en una perspectiva a corto plazo, puede incluso que no sirva para mucho. Si el comprador realiza un estudio más en profundidad considerando el historial de las operaciones, las mejoras a corto plazo de los parámetros no ejercerán más que un modesto papel en la valoración. Si van en serio, tanto el comprador como el vendedor querrán contar con la valoración más precisa disponible.

Bonito por dentro y por fuera

Dicho esto, la valoración debe ser superior a sus activos tangibles. Los activos intangibles también tienen un atractivo para el comprador: una plantilla altamente cualificada, una base de clientes y procesos comerciales. Se trata de activos necesarios para el mantenimiento de las operaciones del día a día, aunque difíciles de monetizar. Si no se asegura de que un tasador lleve a cabo una valoración adecuada, corre el riesgo de fijar un precio demasiado alto, ahuyentando con ello a los potenciales compradores, o bien excesivamente bajo, lo que en principio equivale a perder dinero. En ambos casos no se trata de una situación muy deseable, ¿no es cierto? Además, un experto externo añade credibilidad a sus números, ya que el comprador podrá comprobar el modo en que ha obtenido su precio de venta. Nuestras valoraciones se basan en el análisis, en sus propias expectativas de futuro y en hipótesis a medio y largo plazo. Es fundamental que, a la hora de elaborar sus previsiones, se centre en la evolución real del negocio en pos de una óptima precisión y veracidad de la valoración. Embellecerse y ponerse de gala puede ser divertido, pero, cuando las luces se apagan, lo importante es lo que se lleva por dentro.

Riesgo que afecta el valor del negocio en pequeñas empresas

Una sencilla pregunta con una respuesta inesperada

Aunque resulte sorprendente, no sabemos mucho acerca del riesgo. Las primeras teorías sofisticadas en torno al riesgo económico se desarrollaron en la década de los 50 del siglo pasado y, aunque han sido perfeccionadas de entonces hasta ahora, no existe una verdad universal en lo relativo al riesgo. La definición de riesgo dependerá del sujeto concernido. Compradores, vendedores, inversores y clientes adoptarán cada uno de ellos una definición diferente de riesgo y un nivel distinto de aversión al mismo. Ahora bien, en lo que sí coincide la mayoría es en la definición general de riesgo como la incertidumbre ante los acontecimientos futuros. Básicamente, el futuro en sí conlleva un riesgo ya que comprende un gran número de variables que determinarán el desenlace de una situación dada. Si nos centramos en el ámbito empresarial, el riesgo suele asociarse con la inversión y, más en concreto, con el rendimiento de esta.

¿Es el riesgo un asunto inestable?

En una situación comercial, el riesgo es la incertidumbre del resultado económico. ¿Se diferenciará la rentabilidad real de la inversión de la prevista? Es esta una importante distinción, puesto que riesgo y volatilidad son dos cosas distintas. Una empresa inestable o volátil no tiene por definición que ser arriesgada. Si eres capaz de predecir el flujo de caja o los beneficios del negocio, podrás planificar en consecuencia y adoptar los preparativos necesarios. En la mayoría de las situaciones de inversión, el riesgo se corresponde con la incertidumbre percibida por el inversor. Dado que las percepciones son difíciles de concretar y monetizar, resulta complicado incorporarlas de forma precisa y exacta en las valoraciones.

Ahondando en el riesgo

Para profundizar en nuestra comprensión del riesgo, hemos de analizar diferentes factores que inciden sobre este. En primer lugar tenemos el riesgo específico del sector. En general, la mayoría de las empresas de una misma industria se enfrentan a riesgos de tipo similar. Aunque el riesgo puede derivarse de elementos cotidianos, como la ubicación geográfica de una compañía o los equipos empleados, también puede provenir de las perspectivas generales de crecimiento del sector. Entre estos riesgos se incluyen los obstáculos de entrada, las tendencias de consolidación y los requisitos tecnológicos. Luego tenemos el riesgo subyacente de la compañía propiamente dicha. En este caso analizaríamos la variación de la oferta y la demanda, distintas estructuras de costes que repercuten sobre las ganancias finales y el tamaño de la empresa. Las sociedades de mayor dimensión suelen mostrar una estabilidad superior a las pequeñas que se desenvuelven en un segmento específico de mercado.

Por otra parte, algunas compañías se financian con deuda. Esto incrementa el riesgo para los inversores, puesto que los titulares de los bonos tratarán siempre de asegurarse de que se les abone puntualmente los intereses de su préstamo y de recuperar el capital invertido. Normalmente, bajo unas mismas circunstancias, las compañías muy dependientes del empréstito conllevan un mayor riesgo para los accionistas. Además, sus activos se ofrecen generalmente como garantía, lo que expone más aún al inversor. Sin embargo, los acreedores no suelen prestar dinero a las empresas demasiado aventureras.

La liquidez manda

Los inversores son también sensibles al tema de la liquidez. ¿Podrá vender el inversor su participación en el momento que considere más oportuno? Si no es así, le costará trabajo obtener efectivo cuando lo necesite. Basta con echar un vistazo al mercado inmobiliario. En la mayoría de las ocasiones resulta más difícil vender propiedades que, por ejemplo, valores del Estado. Desde el punto de vista del inversor, la facilidad con la que la inversión en una empresa determinada puede traducirse en efectivo para su uso en otras situaciones supone, por consiguiente, una preocupación fundamental.

En busca de una verdad universal

Como se ha mencionado al comienzo de esta entrada, no existe una respuesta simple a la pregunta de qué es realmente el riesgo, en particular, al diferir este tanto según la situación. Ahora bien, esperamos que desglosando el concepto de riesgo en situaciones diversas de inversión hayamos arrojado algo de luz sobre este tema. Como principio general, consideramos que puede asumirse con un alto grado de certidumbre que, como inversor, cuanto mayor sea el grado de riesgo al que estás expuesto, menor será el valor de la empresa. Aunque suela aplicarse un baremo dentro del mismo sector, las empresas pueden influir sobre sus propios parámetros de riesgo. Mediante un examinen minucioso de la naturaleza y de la lógica interna de la corporación que haga posible una estimación del valor de su negocio, aumentarán en gran medida las posibilidades de que su evaluación de riesgos refleje fielmente la realidad. De esta manera estará un paso más cerca de la verdad universal sobre el riesgo.

Tres categorías más comunes de modelos de valoración de pequeñas empresas continuaron

Hay un dicho que afirma que «las cosas importantes hay que repetirlas, las cosas importantes hay que repetirlas»; lo que nos obliga a reiterar la importancia de valorar su empresa. Si tiene previsto vender o ampliar capital, la necesidad de una valoración salta a la vista. Ahora bien, esta valoración constituye igualmente una poderosa herramienta en la gestión de su negocio. Sus decisiones estratégicas son más fáciles de calibrar por su valor, no solo por el dinero. Además, le ofrece una visión integral de su corporación y le ayuda a anticipar las consecuencias de sus acciones.

Volviendo al meollo de la cuestión

Una vez cubierto ese tema, podemos regresar a los diferentes métodos de valorar una empresa. Mantenerse al tanto de las distintas limitaciones y ventajas asociadas a los mismos puede resultar complicado. En la anterior entrada abordamos dos de los modelos de valoración: los basados en la contabilidad y los relativos. En este post nos centraremos en la última de las tres categorías de modelos de valoración corporativa más habituales, en cuál es nuestra preferida y, por supuesto, el porqué de ello.

Modelos de valoración basados en la contabilidad

Los modelos de valoración en base a la contabilidad suelen partir de los modelos de flujo de caja, reelaborándose y adaptándose para permitir el uso directo de información contable en ellos. Así pues, los modelos de contabilidad se fundamentan en el valor contable de activos y pasivos. Se asientan igualmente sobre el coste histórico (u otro principio de valoración empleado en los estados financieros), que omite tanto los costes de oportunidad y de remplazo como el valor del dinero en función del tiempo. Estos modelos se basan en la simple relación de los superávits, es decir, en que la modificación del patrimonio de la empresa solo puede explicarse por los ingresos netos y las transacciones con los accionistas. La principal ventaja de los referidos modelos es su recurso al saldo de las tres cuentas financieras (resultados, balance y flujo de caja) para la determinación indirecta de los flujos de caja al tiempo que recogen de manera directa la cuenta de resultados y el balance financiero dentro de la valoración.

Modelo de valoración de beneficio excedente: contabilidad y valoración en una mezcla perfecta

Tal vez no sea el modelo de valoración más conocido, pero es usado por los analistas con mucha frecuencia. Permítanos explicarle por qué. El modelo de beneficio excedente descuenta los futuros rendimientos residuales a partir de la información contable de la que se dispone. Debe aclararse que el beneficio excedente no se limita al efectivo sobrante, sino que se corresponde con los ingresos que restan tras repercutir el coste verdadero de capital. La cuenta de resultados incluye el coste de tu deuda, pero suele ignorar otros costes patrimoniales. El modelo de beneficio excedente equipara básicamente el coste patrimonial al coste de oportunidad del accionista, lo que aporta un valor más preciso a la empresa.

En comparación con otros muchos modelos, la valoración del beneficio excedente ofrece una baza destacada: Se fundamenta en la estabilidad comparativa de las actuaciones contables, mientras que el modelo de flujo de caja libre comúnmente empleado lo hace sobre flujos de efectivo volátiles. Las cifras de flujo de caja son consideradas como elementos más inciertos a la hora de basar los pronósticos, puesto que los números tienden a variar ostensiblemente a lo largo del tiempo. Por otro lado, hay que observar una cierta precaución a este respecto. Dado que las cifras contables permiten un cierto margen discrecional al equipo directivo, sus pronósticos deberán efectuarse tras el correspondiente análisis de la calidad de los datos contables disponibles. A pesar de todo, el modelo de beneficio excedente sigue ganando en popularidad al ser capaz de brindarle una visión bastante clara sobre el posible valor intrínseco de su negocio.

En resumen

Es posible que se sienta abrumado al comenzar a investigar el tema de la valoración corporativa y advertir la infinidad de modelos existentes. Las herramientas y métodos pueden variar según el sector y los valoradores en cuestión. Lo más importante a considerar es el examen individual de cada compañía, a la que podrán aplicarse distintos métodos de valoración en función de sus características concretas. Décadas de experiencia nos han mostrado lo que funciona en cada situación, si bien es cierto que el modelo de valoración de beneficio excedente ocupa una destacada posición por mor de su simplicidad e intuitividad. Confiamos en que esta miniserie le haya hecho llegar a esa misma conclusión.

Tres categorías de modelos de valoración de pequeñas empresas más comunes

Primera parte

Valorar su negocio es algo fundamental. Y hacerlo antes de pensar que realmente necesita evaluarlo, aún mejor. Sin embargo, muchos dueños de empresas solo comienzan a plantearse un proceso de valoración en medio de un divorcio, una escisión corporativa o una operación de venta. Por desgracia, eso le hará pasar por alto el aspecto principal. La valoración de su compañía no solo le permitirá saber lo lejos que ha llegado y compararse consigo mismo como futura referencia, sino que le ofrecerá también una panorámica de dónde se encuentra a día de hoy. Después de todo, la mayoría de nosotros operamos para generar valor. Así pues, conocer el valor propio tiene sentido, ¿no es cierto?

Una obra maestra y, al mismo tiempo, en proceso

Los modelos de valoración actuales son una ciencia a la par que un arte; simultáneamente de una precisión magnífica y también abstractos, intrigantes y complejos. Existen distintos tipos de modelos de valoración, cada uno de ellos con sus correspondientes ventajas y desventajas. En los libros de texto y en los trabajos de investigación suele asumirse que todos los modelos brindan los mismos resultados si se aplican de manera coherente y sin restricciones. No obstante, dado que la mayoría incluyen un pronóstico futuro, los modelos actuales se aplican con ciertas limitaciones, las cuales reducen el nivel de precisión en diversa medida, según el modelo. Hemos escogido las tres categorías más comunes de modelos de valoración corporativa, cuyas respectivas implicaciones abordamos más abajo. Confiamos en que lo disfrute.

Modelos de flujo de caja directos

Como el propio nombre sugiere, este modelo se fundamenta en el flujo de efectivo que entra o sale de la empresa. Pueden ser tanto directos como indirectos, es decir, dependiendo de si el modelo se centra directamente en los flujos de caja a los accionistas, o bien de forma indirecta en aquellos otros generados por la sociedad desde una perspectiva operativa. En consecuencia, comprende modelos basados en el descuento de los dividendos a los accionistas de la empresa, pero solo incidiendo en la distribución de fondos, no en el valor creado. Este modelo de flujo de caja hace hincapié en la generación de efectivo. El modelo indirecto más conocido es el de flujo de caja libre, el cual resulta de utilidad cuando buscas una visión de tu estado actual de generación de efectivo en tus operaciones, un elemento clave en la creación de valor. En teoría, constituye el fundamento de la mayoría de los modelos, pero es complicado en la práctica. Los flujos de caja suelen variar considerablemente a lo largo del tiempo, lo que dificulta su pronóstico.

Modelos de valoración relativos

Los modelos de valoración relativos se basan en comparaciones con otras empresas del sector, tratando de analizar su negocio en relación con otros mediante el examen de compañías similares y de sus evaluaciones. De este modo, los métodos relativos pueden mostrar si una empresa está sobre o infravalorada respecto a entidades parecidas. Ahora bien, las más de las veces resulta arriesgado asumir que el mercado está al tanto de ello. Podría argumentarse que fue la ausencia de pensamiento crítico lo que nos llevó a la crisis financiera de 2008 y a la crisis griega de 2011. En ocasiones, el mercado valora toda una industria de forma poco precisa y más nos vale ser consciente de esos riesgos. No obstante, lo que aquí nos ocupa es el modelo. Para una adecuada valoración, los indicadores principales a comparar deben ser a grandes líneas similares a los de otras compañías. Por eso debe tener cuidado con los indicadores que elige. Un buen lugar por el que comenzar son los marcadores de beneficios definidos de manera idéntica en todas las empresas. Sin embargo, una vez más, el mercado supone una limitación. Dado que la economía se transforma con el trascurso del tiempo, las cifras clave de una industria en el año anterior pueden resultar engañosas en el análisis de una compañía a día de hoy.

Lo mejor está por llegar

¡Permanezca atento! La siguiente entrada contendrá la segunda parte de esta miniserie, en la que trataremos la tercera categoría de modelos de valoración corporativa. También le informaremos sobre el modelo específico que consideramos más aplicable, y el porqué de ello.

La diferencia entre el precio y la valoración de la empresa de una pequeña empresa

Precio contra valor

La diferencia entre el precio y el valor de una compañía es simple pero fundamental. El conocimiento de esta distinción puede mejorar su posición de partida en su próxima negociación, marcar la diferencia entre una mala y una estupenda inversión o, simplemente, ofrecerle un buen tema de conversación en su próxima cena con amigos. Tras leer estas líneas podrá identificar correctamente la diferencia entre precio y valor en una negociación.

¿Es el valor valioso?

Empecemos profundizando en el término valor. El valor puede desglosarse en dos subdivisiones principales: valor contable y valor de mercado. El valor contable, como el propio nombre sugiere, es el que refleja la contabilidad. La rendición de cuentas muestra el valor de una corporación sustrayendo los pasivos a los activos. Es decir, lo que quedaría de la empresa si esta vendiera sus activos y saldara sus deudas sería el valor contable de la misma o, lo que es lo mismo, el patrimonio de los accionistas.

El valor fundamental, o intrínseco, es el valor estimado de la sociedad en función de las expectativas de flujos de caja futuros. Estas estimaciones se basan en una evaluación del potencial de ingresos, las necesidades de inversión, las oportunidades de financiación, los modelos de negocio, etc., que posteriormente se han de adaptar e implementar en el modelo de valoración que elija.

Por último, el valor de mercado es el valor de la sociedad de acuerdo con el mercado bursátil. La forma más sencilla de calcularlo es multiplicando el número de acciones por su cotización actual, lo que también se conoce como capitalización de mercado de la compañía. El valor de mercado suele corresponderse con el referido por publicaciones y analistas, puesto que refleja lo que tendría que pagar en una situación de compra.

Valor fundamental en el mercado

Hay que considerar un par de principios generales al examinar la relación entre valor de mercado y valor fundamental. Cuando este último supera al valor de mercado, significa que el mercado, por algún motivo, infravalora la empresa respecto a su valor real. Muchos inversores están a la caza de dichas compañías al percibirlas como una fantástica oportunidad de inversión. Si el valor de mercado se sitúa por encima del contable normalmente será porque el mercado cree firmemente en el potencial de beneficios de esa entidad. Cuando el valor fundamental y de mercado están a la par, significa que el mercado y la evaluación esencial realizada por usted coinciden.

El conocimiento puede determinar el precio

Nos detenemos ahora en el precio, es decir, en el valor de mercado. El precio de un servicio, artículo o negocio ha sido considerado durante mucho tiempo como el compromiso entre lo que un comprador está dispuesto a pagar y el precio por el que el vendedor está dispuesto a vender. Una bella lógica en su simplicidad. En la práctica son varios los factores que confluyen en la determinación del precio, entre los que se incluye el número de posibles compradores, la urgencia de la operación y el poder de negociación de las partes implicadas.

Alcanzar un acuerdo

La conclusión es que tanto el valor como el precio oscilarán durante la vida de una empresa y, en particular, en una negociación. El valor fundamental de un negocio se basa en primera instancia en su convicción y confianza personal en la empresa. ¿Cree en la capacidad de la compañía para crecer y mantener su rentabilidad? También depende del sector y del momento específico. ¿Se registra un pico de interés durante un período concreto? Ello también puede hacer repuntar los precios. Para evaluar el precio y determinar su disposición a invertir ha de sopesar todos los factores y establecer un vínculo entre el valor fundamental de una empresa, su información contable y las perspectivas futuras de la misma. Luego, a partir de ello, con un poco de suerte, comprador y vendedor llegarán a un acuerdo sobre el precio, en toda su bella simplicidad.

El valor de la valoración empresarial en pequeñas empresas

Aunque el concepto de valoración corporativa lleva existiendo más de un siglo, todavía a mucha gente le cuesta comprenderlo. Queremos informarle en este momento de que en realidad es sorprendentemente sencillo. El valor comercial se genera cuando una compañía crece y las ganancias que obtiene a partir de su capital superan el coste de este. ¡Y eso es todo!

¿Cuánto vale su negocio?

En el pasado, las valoraciones de empresas eran conocidas por su alto coste y complejidad. Normalmente debía recurrirse a asesores financieros para que estos revisaran la contabilidad y analizaran los números. A grandes rasgos, existen tres áreas principales sobre las que puede basar su valoración corporativa: activos, valor de mercado y valor fundamental. La valoración basada en activos no es aplicable a todo tipo de empresas y el valor de mercado solo funciona realmente cuando hay un número suficiente de compañías similares con las que comparar la suya. En lo que concierne los enfoques centrados en el valor fundamental, el método más habitual es el modelo de flujos de caja descontados (DCF, por sus siglas en inglés). Sin embargo, el descuento de los futuros rendimientos residuales brinda una estrategia más moderna de valoración corporativa. Esta última se basa en la disponibilidad de información contable, que para muchos resulta más estable y accesible que los marcadores de flujo de caja. Averiguando el valor actual de su negocio podrá realizar el seguimiento de su modificación de un año a otro, planificar la revalorización de su empresa e influir sobre las actuaciones adecuadas.

¿Cuál es la clave? ¡La objetividad!

Si algo nos ha enseñado la historia es que desatender el concepto básico de la valoración corporativa puede tener repercusiones catastróficas. Tanto la burbuja de internet como la más reciente recesión de 2008 pueden achacarse a una deficiente tasación de las compañías. También engrosa la lista de desastres el colapso financiero de los 90 en Japón, como consecuencia esencialmente de valoraciones empresariales inapropiadas. Hemos de evitar que la historia vuelva a repetirse. Una importante falla que contribuyó a estas crisis fue la ausencia de una valoración objetiva. Tratar de valorar tu propia empresa es como preguntarle a un hincha irreductible acerca de su equipo: en ambos casos resultará difícil tomar distancia y considerar la situación con objetividad.

Las acciones de hoy, el valor de mañana

Recuerde que el valor comercial se genera cuando el rendimiento del capital supera el coste del mismo. Sería comparable, en esencia, a un chequeo médico de su compañía. Le vendrá bien disponer de una valoración corporativa actualizada independientemente de que tenga previsto incrementar el número de accionistas, diseñar estrategias de expansión o adquirir la parte de otros socios. En la mayoría de los casos, la gente no piensa en las valoraciones corporativas hasta que no necesita una. Dichas situaciones pueden resultar ya de por sí bastante estresantes, por lo que no es necesario soportar la presión añadida de la incertidumbre. Realizando ahora la valoración de su empresa le será más fácil determinar, realizar el seguimiento y comparar su valor futuro.

Lo bueno de las valoraciones corporativas reside en el hecho de que nada es inamovible. Si no le gusta los números que ve, puede cambiarlos (!). Registre y supervise indicadores clave, capacite al equipo de dirección y elabore un plan de acción para alcanzar su valor objetivo. Una valoración corporativa le permitirá apreciar claramente las áreas que precisan de particular atención. Estableciendo sus objetivos y fijándose una meta tiene ganada la mitad de la batalla.
¡Determine su valor futuro conociendo su valor actual!