BisValue te proporciona un informe de valoración completo sobre tu empresa en cuestión de minutos, a una fracción del costo habitual.
¿Por qué elegirnos?
Lo que hacemos
Selecciona el tipo de valoración de empresa que deseas solicitar – Indicador de Valor o Valor Objetivo. También tenemos versiones demo de ambos servicios que puedes consultar antes de realizar tu pedido.
Nuestro modelo avanzado de valoración fue desarrollado por nuestro analista jefe, Tomas Hjelström. Tiene un doctorado y también es profesor y investigador en la Stockholm School of Economics.
Enviamos tu valoración de empresa de inmediato por correo electrónico. Solo necesitas ingresar la información necesaria sobre la empresa, realizar tu pedido y recibirás el informe.
Una valoración de empresa es clave para saber cómo está funcionando tu negocio. Es un poco como un chequeo de salud para tu empresa.
Somos un proveedor global de valoraciones de empresas. Con BisValue, eliges el tipo de valoración que deseas – por solo 195 €. Nuestro servicio Indicador de Valor te proporciona gráficos de rendimiento histórico y futuro para tu empresa. Nuestro servicio Valor Objetivo te dice lo que se necesita para aumentar el valor de tu negocio.
Recibirás el informe en formato PDF en cuestión de minutos. Directamente en tu bandeja de entrada. Un servicio de valoración moderno, tal como debería ser.
Cómo funciona
Ofrecemos dos servicios de valoración diferentes: Indicador de Valor y Valor Objetivo. Consulta nuestras versiones de demostración para ver el contenido de nuestros informes.
Para realizar la valoración, necesitamos información de los estados financieros anuales más recientes y de tus previsiones futuras.
Nos aseguramos de que puedas pagar rápida y seguramente utilizando una solución de pago de PayPal.
Once payment has been made, the valuation is emailed to you straightaway in PDF format.
Una valoración empresarial es un proceso que determina el valor económico de una empresa. Este proceso implica evaluar todos los aspectos de una empresa para determinar su valor, utilizando varios métodos y considerando múltiples factores, para proporcionar un valor claro y justificable para diferentes necesidades y propósitos comerciales. Las valoraciones de empresas se utilizan para diversos fines, entre ellos: venta de empresas, fusiones y adquisiciones, informes financieros, obtención de capital, impuestos, litigios y planificación estratégica. Comprender el valor de una empresa es crucial para tomar decisiones informadas sobre propiedad, inversiones y planificación estratégica. Garantiza que las partes interesadas tengan una idea clara del valor de la empresa, lo que puede facilitar mejores resultados en la toma de decisiones y las negociaciones.
Varios factores pueden influir en la valoración de una empresa:
Sólo el 2% de los empresarios conocen el valor de su negocio.
Es por eso que Bisvalue ha desarrollado una solución rentable para aumentar el conocimiento de valoración de los propietarios de empresas. Una valoración empresarial proporciona una evaluación clara y objetiva del valor de una empresa, respaldando una amplia gama de decisiones financieras, estratégicas y operativas. Es una herramienta vital para garantizar que los propietarios de empresas, inversores y otras partes interesadas tomen decisiones bien informadas basadas en el valor real del negocio.
El proceso tradicional de valoración de empresas es costoso, intrusivo y requiere mucho tiempo. Pero el conocimiento de la valoración empresarial es esencial para cada decisión financiera importante que tome el propietario de una empresa. El conocimiento preciso de la valoración empresarial es esencial por varias razones. Realizar una valoración empresarial es un paso crítico que puede afectar tanto las operaciones a corto plazo como la estrategia a largo plazo de una empresa.
Valorar su negocio es algo fundamental. Y hacerlo antes de pensar que realmente necesita evaluarlo, aún mejor. Sin embargo, muchos dueños de empresas solo comienzan a plantearse un proceso de valoración en medio de un divorcio, una escisión corporativa o una operación de venta. Por desgracia, eso le hará pasar por alto el aspecto principal. La valoración de su compañía no solo le permitirá saber lo lejos que ha llegado y compararse consigo mismo como futura referencia, sino que le ofrecerá también una panorámica de dónde se encuentra a día de hoy. Después de todo, la mayoría de nosotros operamos para generar valor. Así pues, conocer el valor propio tiene sentido, ¿no es cierto?
Los modelos de valoración actuales son una ciencia a la par que un arte; simultáneamente de una precisión magnífica y también abstractos, intrigantes y complejos. Existen distintos tipos de modelos de valoración, cada uno de ellos con sus correspondientes ventajas y desventajas. En los libros de texto y en los trabajos de investigación suele asumirse que todos los modelos brindan los mismos resultados si se aplican de manera coherente y sin restricciones. No obstante, dado que la mayoría incluyen un pronóstico futuro, los modelos actuales se aplican con ciertas limitaciones, las cuales reducen el nivel de precisión en diversa medida, según el modelo. Hemos escogido las tres categorías más comunes de modelos de valoración corporativa, cuyas respectivas implicaciones abordamos más abajo. Confiamos en que lo disfrute.
Como el propio nombre sugiere, este modelo se fundamenta en el flujo de efectivo que entra o sale de la empresa. Pueden ser tanto directos como indirectos, es decir, dependiendo de si el modelo se centra directamente en los flujos de caja a los accionistas, o bien de forma indirecta en aquellos otros generados por la sociedad desde una perspectiva operativa. En consecuencia, comprende modelos basados en el descuento de los dividendos a los accionistas de la empresa, pero solo incidiendo en la distribución de fondos, no en el valor creado. Este modelo de flujo de caja hace hincapié en la generación de efectivo. El modelo indirecto más conocido es el de flujo de caja libre, el cual resulta de utilidad cuando buscas una visión de tu estado actual de generación de efectivo en tus operaciones, un elemento clave en la creación de valor. En teoría, constituye el fundamento de la mayoría de los modelos, pero es complicado en la práctica. Los flujos de caja suelen variar considerablemente a lo largo del tiempo, lo que dificulta su pronóstico.
Los modelos de valoración relativos se basan en comparaciones con otras empresas del sector, tratando de analizar su negocio en relación con otros mediante el examen de compañías similares y de sus evaluaciones. De este modo, los métodos relativos pueden mostrar si una empresa está sobre o infravalorada respecto a entidades parecidas. Ahora bien, las más de las veces resulta arriesgado asumir que el mercado está al tanto de ello. Podría argumentarse que fue la ausencia de pensamiento crítico lo que nos llevó a la crisis financiera de 2008 y a la crisis griega de 2011. En ocasiones, el mercado valora toda una industria de forma poco precisa y más nos vale ser consciente de esos riesgos. No obstante, lo que aquí nos ocupa es el modelo. Para una adecuada valoración, los indicadores principales a comparar deben ser a grandes líneas similares a los de otras compañías. Por eso debe tener cuidado con los indicadores que elige. Un buen lugar por el que comenzar son los marcadores de beneficios definidos de manera idéntica en todas las empresas. Sin embargo, una vez más, el mercado supone una limitación. Dado que la economía se transforma con el trascurso del tiempo, las cifras clave de una industria en el año anterior pueden resultar engañosas en el análisis de una compañía a día de hoy.
Hay un dicho que afirma que «las cosas importantes hay que repetirlas, las cosas importantes hay que repetirlas»; lo que nos obliga a reiterar la importancia de valorar su empresa. Si tiene previsto vender o ampliar capital, la necesidad de una valoración salta a la vista. Ahora bien, esta valoración constituye igualmente una poderosa herramienta en la gestión de su negocio. Sus decisiones estratégicas son más fáciles de calibrar por su valor, no solo por el dinero. Además, le ofrece una visión integral de su corporación y le ayuda a anticipar las consecuencias de sus acciones.
Una vez cubierto ese tema, podemos regresar a los diferentes métodos de valorar una empresa. Mantenerse al tanto de las distintas limitaciones y ventajas asociadas a los mismos puede resultar complicado. En la anterior entrada abordamos dos de los modelos de valoración: los basados en la contabilidad y los relativos. En este post nos centraremos en la última de las tres categorías de modelos de valoración corporativa más habituales, en cuál es nuestra preferida y, por supuesto, el porqué de ello.
Los modelos de valoración en base a la contabilidad suelen partir de los modelos de flujo de caja, reelaborándose y adaptándose para permitir el uso directo de información contable en ellos. Así pues, los modelos de contabilidad se fundamentan en el valor contable de activos y pasivos. Se asientan igualmente sobre el coste histórico (u otro principio de valoración empleado en los estados financieros), que omite tanto los costes de oportunidad y de remplazo como el valor del dinero en función del tiempo. Estos modelos se basan en la simple relación de los superávits, es decir, en que la modificación del patrimonio de la empresa solo puede explicarse por los ingresos netos y las transacciones con los accionistas. La principal ventaja de los referidos modelos es su recurso al saldo de las tres cuentas financieras (resultados, balance y flujo de caja) para la determinación indirecta de los flujos de caja al tiempo que recogen de manera directa la cuenta de resultados y el balance financiero dentro de la valoración.
Tal vez no sea el modelo de valoración más conocido, pero es usado por los analistas con mucha frecuencia. Permítanos explicarle por qué. El modelo de beneficio excedente descuenta los futuros rendimientos residuales a partir de la información contable de la que se dispone. Debe aclararse que el beneficio excedente no se limita al efectivo sobrante, sino que se corresponde con los ingresos que restan tras repercutir el coste verdadero de capital. La cuenta de resultados incluye el coste de tu deuda, pero suele ignorar otros costes patrimoniales. El modelo de beneficio excedente equipara básicamente el coste patrimonial al coste de oportunidad del accionista, lo que aporta un valor más preciso a la empresa.
En comparación con otros muchos modelos, la valoración del beneficio excedente ofrece una baza destacada: Se fundamenta en la estabilidad comparativa de las actuaciones contables, mientras que el modelo de flujo de caja libre comúnmente empleado lo hace sobre flujos de efectivo volátiles. Las cifras de flujo de caja son consideradas como elementos más inciertos a la hora de basar los pronósticos, puesto que los números tienden a variar ostensiblemente a lo largo del tiempo. Por otro lado, hay que observar una cierta precaución a este respecto. Dado que las cifras contables permiten un cierto margen discrecional al equipo directivo, sus pronósticos deberán efectuarse tras el correspondiente análisis de la calidad de los datos contables disponibles. A pesar de todo, el modelo de beneficio excedente sigue ganando en popularidad al ser capaz de brindarle una visión bastante clara sobre el posible valor intrínseco de su negocio.
Entre los empresarios es común la falsa idea de que solo te hace falta saber el valor de tu compañía cuando te dispones a vender. Hágase las preguntas siguientes: ¿Es propietario de parte o de todo el negocio? ¿Tiene la intención de jubilarse algún día? ¿Tiene previsto expandirse? Si ha respondido afirmativamente a alguna de estos cuestionamientos, sin duda le va a venir bien conocer el valor de su compañía.
Sin embargo, en muchos casos, los dueños de las empresas comprenden demasiado tarde la importancia de tasar sus negocios, algo que es particularmente habitual entre las pymes. La idea de que las valoraciones son complejas, caras y prolijas es una de las razones por las que los propietarios de las compañías tienden a postergar la realización de valoraciones. Pero, si se pone con ello demasiado tarde, tendrá pocas o ninguna opción de aumentar el valor de su empresa antes de llegar a un momento decisivo, es decir, antes de, por ejemplo, la búsqueda de inversores, la incorporación de un nuevo socio o la venta de la sociedad.
Una valoración corporativa no solo le proporciona una idea bastante acertada de cómo le van las cosas en este momento, sino también acerca de la dirección emprendida. Conocer las áreas que precisan de mejora para poder aumentar el valor es un elemento con frecuencia olvidado pero de extrema relevancia en las evaluaciones empresariales. Dado que muchos de los propietarios efectúan esta valoración en el momento preciso en que lo necesitan, cuentan con poco o ningún margen para impulsar realmente los resultados. Una valoración de su empresa puede evidenciar las áreas susceptibles de mejora y, por lo tanto, servir como base para decisiones estratégicas destinadas al desarrollo y progreso de sus operaciones.
Tradicionalmente, las valoraciones suelen realizarse con ocasión de la venta y/o compra de una compañía. Sin embargo, hay otros escenarios que demandan una valoración. Dejando a un lado temas personales como los divorcios o las jubilaciones, nos quedan todavía varias situaciones corporativas donde las valoraciones resultan esenciales. Si su empresa es lo suficientemente grande, cotizar en bolsa puede ser una opción. En ese caso, la determinación de un precio que el mercado considere justo y aceptable es de suma importancia. Si necesita declarar el impuesto sobre bienes inmuebles, o de donaciones, una evaluación corporativa le brindará el valor de su propiedad y establecerá el importe de futuros pagos.
Una valoración de su empresa puede marcar la diferencia entre un buen precio y otro fabuloso. Puede ayudarle asimismo a determinar el valor mínimo y/o máximo en una situación de negociación. Dándose tiempo suficiente para mejorar los resultados de su valoración podrá modificar de forma sustancial el precio en un proceso de venta. Hay que mencionar también que una valoración empresarial es ciertamente un instrumento estupendo en una negociación, pero no sustituye a esta. En el mejor de los casos, podrá tasar cada año su negocio para un seguimiento continuado de la evolución del valor de su corporación, lo que le permitirá advertir los efectos de sus iniciativas generadoras de valor. Si realmente valora su negocio, entonces debe conocer el valor de su negocio.
Haga que su compañía destaque
Existen infinidad de modelos de valoración, ofreciendo la mayoría de ellos distintas ventajas y desventajas para una tasación acertada y fiable de su empresa. No obstante, todos tiene algo en común: crecimiento y rentabilidad son los factores clave para generar valor. Independientemente de que el modelo de valoración se centre de forma directa o indirecta en el crecimiento y la rentabilidad como factores clave, estos siempre desempeñan un papel fundamental en el proceso de tasación. ¿Por qué? Cuando su empresa rinde de manera continuada rendimientos superiores a lo exigido por sus inversores está generando un valor muy por encima de lo que figura en su balance financiero. Entonces, ¿cómo incrementar en la práctica el valor de su empresa? Esta es una cuestión importante, que esperamos responder aquí.
Todos estos principios son esenciales y, aunque algunos de ellos puedan solaparse, merecen ser mencionados. Otra interesante observación es que están estrechamente relacionados con el crecimiento y la rentabilidad. Como ya hemos mencionado, cuanto más tiempo tenga para preparar su valoración, mayor será el control que ejerza sobre los resultados. Esa es una buena razón para llevar a cabo una valoración de carácter anual destinada a medir su avance. Observe cómo se incrementan sus índices de conversión, se reducen sus costes y aumenta su productividad. Por consiguiente, para poder comprobar el progreso de sus resultados, necesita tomar decisiones estratégicas. Aunque en esta lista se refieren estrategias de gran eficacia, tiene la posibilidad de adoptar otras medidas con el fin de impulsar el valor de su empresa. Entre las sugerencias destacan la escalabilidad, la previsión financiera y una sólida ventaja competitiva. El mantenimiento de personal clave en la compañía supone igualmente una estrategia adecuada, puesto que aporta estabilidad y unos conocimientos inestimables.
Una valiosa lista
Desde un punto de vista puramente valorativo, los temas más importantes son los ingresos recurrentes, la previsibilidad, la impecabilidad de las cuentas y el crecimiento. El resto de actividades mencionadas en esta lista contribuirán a generar esos vectores clave. La lista le permite comprender las actuaciones que nuestro modelo de valoración toma en consideración para acentuar el crecimiento y la rentabilidad. Como es lógico, un potencial comprador estará dispuesto a pagar más si aprecia que las ganancias aumentan, puesto que ello vaticina un futuro más estable. Asegúrese de amoldar sus acciones a sus objetivos de creación de valor, de asignar la tarea a la persona mejor preparada para ella y de contar siempre con un plan B. Estas listas le ayudarán a construir una compañía más robusta y valiosa. Los elementos principales para incrementar el valor son: 1) rendimiento por encima del coste del capital; 2) superación de las expectativas implícitas en su valoración anterior; 3) crecer únicamente si su rendimiento supera el coste del capital; es decir, concéntrese primero en la rentabilidad y luego en el crecimiento. ¡Gánese el derecho a crecer! Con valoraciones continuadas podrá llevar a cabo el seguimiento de sus resultados.
Aunque el concepto de valoración corporativa lleva existiendo más de un siglo, todavía a mucha gente le cuesta comprenderlo. Queremos informarle en este momento de que en realidad es sorprendentemente sencillo. El valor comercial se genera cuando una compañía crece y las ganancias que obtiene a partir de su capital superan el coste de este. ¡Y eso es todo!
En el pasado, las valoraciones de empresas eran conocidas por su alto coste y complejidad. Normalmente debía recurrirse a asesores financieros para que estos revisaran la contabilidad y analizaran los números. A grandes rasgos, existen tres áreas principales sobre las que puede basar su valoración corporativa: activos, valor de mercado y valor fundamental. La valoración basada en activos no es aplicable a todo tipo de empresas y el valor de mercado solo funciona realmente cuando hay un número suficiente de compañías similares con las que comparar la suya. En lo que concierne los enfoques centrados en el valor fundamental, el método más habitual es el modelo de flujos de caja descontados (DCF, por sus siglas en inglés). Sin embargo, el descuento de los futuros rendimientos residuales brinda una estrategia más moderna de valoración corporativa. Esta última se basa en la disponibilidad de información contable, que para muchos resulta más estable y accesible que los marcadores de flujo de caja. Averiguando el valor actual de su negocio podrá realizar el seguimiento de su modificación de un año a otro, planificar la revalorización de su empresa e influir sobre las actuaciones adecuadas.
Recuerde que el valor comercial se genera cuando el rendimiento del capital supera el coste del mismo. Sería comparable, en esencia, a un chequeo médico de su compañía. Le vendrá bien disponer de una valoración corporativa actualizada independientemente de que tenga previsto incrementar el número de accionistas, diseñar estrategias de expansión o adquirir la parte de otros socios. En la mayoría de los casos, la gente no piensa en las valoraciones corporativas hasta que no necesita una. Dichas situaciones pueden resultar ya de por sí bastante estresantes, por lo que no es necesario soportar la presión añadida de la incertidumbre. Realizando ahora la valoración de su empresa le será más fácil determinar, realizar el seguimiento y comparar su valor futuro.
Lo bueno de las valoraciones corporativas reside en el hecho de que nada es inamovible. Si no le gusta los números que ve, puede cambiarlos (!). Registre y supervise indicadores clave, capacite al equipo de dirección y elabore un plan de acción para alcanzar su valor objetivo. Una valoración corporativa le permitirá apreciar claramente las áreas que precisan de particular atención. Estableciendo sus objetivos y fijándose una meta tiene ganada la mitad de la batalla.
La diferencia entre el precio y el valor de una compañía es simple pero fundamental. El conocimiento de esta distinción puede mejorar su posición de partida en su próxima negociación, marcar la diferencia entre una mala y una estupenda inversión o, simplemente, ofrecerle un buen tema de conversación en su próxima cena con amigos. Tras leer estas líneas podrá identificar correctamente la diferencia entre precio y valor en una negociación.
Empecemos profundizando en el término valor. El valor puede desglosarse en dos subdivisiones principales: valor contable y valor de mercado. El valor contable, como el propio nombre sugiere, es el que refleja la contabilidad. La rendición de cuentas muestra el valor de una corporación sustrayendo los pasivos a los activos. Es decir, lo que quedaría de la empresa si esta vendiera sus activos y saldara sus deudas sería el valor contable de la misma o, lo que es lo mismo, el patrimonio de los accionistas.
El valor fundamental, o intrínseco, es el valor estimado de la sociedad en función de las expectativas de flujos de caja futuros. Estas estimaciones se basan en una evaluación del potencial de ingresos, las necesidades de inversión, las oportunidades de financiación, los modelos de negocio, etc., que posteriormente se han de adaptar e implementar en el modelo de valoración que elija.
Por último, el valor de mercado es el valor de la sociedad de acuerdo con el mercado bursátil. La forma más sencilla de calcularlo es multiplicando el número de acciones por su cotización actual, lo que también se conoce como capitalización de mercado de la compañía. El valor de mercado suele corresponderse con el referido por publicaciones y analistas, puesto que refleja lo que tendría que pagar en una situación de compra.
Hay que considerar un par de principios generales al examinar la relación entre valor de mercado y valor fundamental. Cuando este último supera al valor de mercado, significa que el mercado, por algún motivo, infravalora la empresa respecto a su valor real. Muchos inversores están a la caza de dichas compañías al percibirlas como una fantástica oportunidad de inversión. Si el valor de mercado se sitúa por encima del contable normalmente será porque el mercado cree firmemente en el potencial de beneficios de esa entidad. Cuando el valor fundamental y de mercado están a la par, significa que el mercado y la evaluación esencial realizada por usted coinciden.
Nos detenemos ahora en el precio, es decir, en el valor de mercado. El precio de un servicio, artículo o negocio ha sido considerado durante mucho tiempo como el compromiso entre lo que un comprador está dispuesto a pagar y el precio por el que el vendedor está dispuesto a vender. Una bella lógica en su simplicidad. En la práctica son varios los factores que confluyen en la determinación del precio, entre los que se incluye el número de posibles compradores, la urgencia de la operación y el poder de negociación de las partes implicadas.
La conclusión es que tanto el valor como el precio oscilarán durante la vida de una empresa y, en particular, en una negociación. El valor fundamental de un negocio se basa en primera instancia en su convicción y confianza personal en la empresa. ¿Cree en la capacidad de la compañía para crecer y mantener su rentabilidad? También depende del sector y del momento específico. ¿Se registra un pico de interés durante un período concreto? Ello también puede hacer repuntar los precios. Para evaluar el precio y determinar su disposición a invertir ha de sopesar todos los factores y establecer un vínculo entre el valor fundamental de una empresa, su información contable y las perspectivas futuras de la misma. Luego, a partir de ello, con un poco de suerte, comprador y vendedor llegarán a un acuerdo sobre el precio, en toda su bella simplicidad.
Servicios